Nazi es la contracción de la palabra alemana Nationalsozialistische, que significa 'nacionalsocialista', y hace referencia a todo lo relacionado con el régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP, Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei), el autoproclamado Tercer Reich y Austria a partir de la Anschluss, así como los demás territorios que lo conformaron (Sudetes, Memel, Danzig y otras tierras en Polonia, Francia, Checoslovaquia, Hungría, Holanda, Dinamarca y Noruega). La Alemania de este período se conoce como la Alemania nazi.
El nazismo es uno de los movimientos fascistas (otros son el fascismo italiano y el militarismo japonés) que se desarrollaron y tomaron el poder político después de la primera Guerra Mundial. Los fascismos impulsaron regímenes totalitarios y nacionalistas a ultranza que se fundaron en el militarismo, el intervencionismo, la intolerancia política y el racismo y que llevaron a sus países a una segunda guerra mundial.
Después de la primera Guerra Mundial.
Los tratados de paz que dieron fin a la primera Guerra Mundial no dejaron contento a nadie. Las tensiones entre las potencias de Europa, Japón y Estados Unidos por mantener una posición privilegiada, las hostilidades del mundo capitalista contra la Unión Soviética y la expansión de tendencias socialistas provocaron que durante los años veinte y treinta del siglo XX proliferaran las luchas económicas, sociales y políticas, nacionales e internacionales.
Después de la guerra quedaron desocupados millones de hombres que, al abandonar los ejércitos, no encontraron trabajo y no podían dar sustento a sus familias. El sentimiento de desamparo e impotencia fue generalizado. El oportunismo político se puso a la orden del día y entre las capas sociales más afectadas por la crisis de la posguerra prendieron una serie de ideas nacionalistas que crearon un ambiente de intolerancia y revanchismo.
Crisis en Alemania.
Tras ser derrotada en la primera Guerra Mundial, Alemania se vió obligada a ceder territorios, renunciar a sus colonias, entregar su parte de su armamento y su flota, y mantener un ejército reducido.
En 1918, estalló una revolución que proclamó la República socialista de Alemania (República de Weimar) y estableció derechos democráticos. Sin embargo, la desigualdad social continuó. Los junkeres, terratenientes de tipo feudal de la Alemania oriental, y los ricos industriales conservaron sus posiciones privilegiadas y quisieron restringir los derechos democráticos que e se consagraron en la Constitución de 1919.
Después de un período de auge económico, sobrevino la crisis de 1929-32, que sumió en el desempleo a muchos trabajadores alemanes. La miserable situación que afectó a la población en esos años ayudó a que grupos reaccionarios estimularan una conciencia fuertemente nacionalista que exigía reparar la “dignidad alemana” a través de la recuperación de territorios y la independencia de la sujeción que otras naciones tenían sobre Alemania.
La segunda guerra mundial fue un conflicto armado que se extendió prácticamente por todo el mundo entre los años 1939 y 1945. Los principales beligerantes fueron, de un lado, Alemania, Italia y Japón, llamadas las potencias del eje, y del otro, las potencias aliadas, Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos, la Unión Soviética y, en menor medida, China. La guerra fue en muchos aspectos una consecuencia, tras un difícil paréntesis de veinte años, de las graves disputas que la primera guerra mundial había dejado sin resolver. La frustración alemana después de la derrota y los duros términos del Tratado de Versalles, junto con la intranquilidad política y la inestabilidad social que afectaron crecientemente a la república de Weimar, tuvieron como resultado una radicalización del nacionalismo alemán. De esta forma se produjo el advenimiento al poder de Adolf Hitler, jefe del Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (NSDAP), o partido nazi, de ideología totalitaria, ultranacionalista y antisemita.
Después de haberse otorgado plenos poderes en 1933, Hitler, que había asumido el título de Fuhrero caudillo del Tercer Reich, impulsó el rearme secreto de Alemania. Aprovechó la falta de decisión de las potencias europeas para oponerse activamente a sus designios y ordenó la ocupación militar de Renania en marzo de 1936, decisión que contravenía unilateralmente el Tratado de Versalles.
En ese mismo año, Benito Mussolini, el dictador fascista de Italia, que ya se había embarcado en una agresión a Abisinia (Etiopía), firmó con Hitler un acuerdo secreto germano-italiano que daría lugar al establecimiento del Eje Romano-Berlín. Al año siguiente, Italia se unió al pacto que Alemania y Japón habían firmado en 1936. Fue el llamado pacto tripartito.
Alemania e Italia intervinieron, en nombre del anticomunismo, en la guerra civil española iniciada en 1936.
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